sábado, 13 de octubre de 2012

AQUELLOS MARAVILLOSOS DÍAS DE VERANO...



Llega el otoño y con el un sinfín de sensaciones ya por todos conocidas. El sol se aleja, el calor sobre la piel desaparece y empieza el fresquito, el cambio de vestimenta y la ligera tristeza que provoca la falta de luz.
Me gusta el verano. Prefiero el verano.
Me siento más libre, más guapa, más enérgica...
De todos modos nada puede hacerse al respecto. No hay forma de parar el otoño.
Podemos recordar el verano, soñar con el siguiente y sacarle partido al invierno.
El pasado verano dividimos nuestras vacaciones y las pasamos en dos lugares distintos.
El primero de ellos, un pueblecito de la Ribera del Órbigo,en la Provincia de León. Secarejo.



Alquilamos una casa con jardín y pasamos unos días tranquilos y muy relajantes.
Nada como los baños en las frías aguas del Órbigo, los paseos al atardecer o las mañanas en las piscinas solitarias del pueblo vecino. Sol asegurado, deporte, lectura, baños: Felicidad absoluta si no fuera porque no existe, y sufrimos el implacable ataque de los abundantes mosquitos. Si repetimos el próximo año, iremos parapetados con una buena carga de repelentes, cremas y lociones varias.



La segunda parte consistió en un viaje por tierras Andorranas y Catalanas.
Andorra nos gustó mucho. Además, la estancia en el Hotel Plaza fue sumamente agradable. 
Visitamos los pueblecitos de los alrededores,subimos a una estación de esquí, e intentamos infructuosamente encontrar algo significativamente más barato que en España. Los supuestos precios más bajos de Andorra me parecen ahora una leyenda urbana.
Con todo, los paisajes, el entorno, la capital en sí misma, merecen mucho la pena.





Dejamos Andorra en dirección a Cataluña. Nos alojamos en un hotel de un pueblecito llamado S´Agaró, que posee unas calas y una costa impresionante. Practicamos snorkel, nadamos, tomamos el sol y paseamos. Todo fue agradable, energizante y cargó nuestras pilas para el largo invierno que se avecina.