martes, 14 de abril de 2015

BUSQUEDA DE EMPLEO. MAYORES DE 45. CAPÍTULO 1.







¿QUÉ FORMACIÓN TIENES?

Que no es lo mismo que qué sabes o puedes hacer.
Y es que una echa un vistazo a su alrededor y se plantea hacer un estudio sobre toda la gente que conoce, los que trabajan, en qué puestos y qué formación tienen.
Y resulta que aquí es donde llega la discordancia entre lo que nos dicen las Agencias de Colocación y los Servicios Públicos de Empleo, y la realidad que observamos con nuestros propios ojos.
Resulta que estos organismos nos reclaman titulaciones varias para según qué trabajos, conocimiento de idiomas, de informática, masters, especializaciones etc…
Y a una le viene a la cabeza su amiga Silvia, que trabaja en Banesto y estudió hasta COU, o piensa en los amigos que trabajan en compañías aseguradoras, oficinas, tiendas, empresas de construcción, y resulta que nunca han pronunciado una sola palabra en Inglés durante toda su carrera laboral, en muchos casos sus estudios no van más allá del Bachillerato o la antigua Formación Profesional (donde nadie estudiaba Informática, dicho sea de paso), otros han cursado carreras universitarias que poco o nada tienen que ver con el puesto que desempeñan, y en cuanto a  masters y cursos de post grado, hace veinte años no estaban generalizados como un complemento imprescindible para tu formación.
Y sin embargo PUEDEN trabajar y trabajan, mientras los empleados de las oficinas de empleo, pueden prometer y prometen, que o hablas tres idiomas, has estudiado una carrera de las buenas, demuestras experiencia, amplia, en el sector que exploras y tu ordenador es una prolongación de ti mismo sin oscuros misterios informáticos que te planteen el menor reto, o lo llevas claro, porque no te colocas en la vida, y aún así, cumpliendo todos los requisitos previos, las posibilidades de éxito son escasas.

Pero tu no pierdes la esperanza, y sigues acudiendo regularmente a tus sesiones con el Orientador laboral, o con el empleado de turno que te sella tu cartilla de desempleado.
Y en cuanto cogen tu DNI y lo teclean en sus ordenadores, ya saben lo que “eres”.
“Aha, con que filóloga eh?”…y tu te hundes en la silla , a la vez que balbuceas que antes de matricularte en Filología fuiste capaz de aprobar el Bachillerato, el COU, y la selectividad (en Junio), que puedes mantener conversaciones inteligentes, coger el teléfono, gestionar una oficina (que ya lo has hecho), mirar a la gente a los ojos mientras les hablas y un sinfín de cosas más… Que tienes el C.A.P (Curso de Aptitud Pedagógica, de toda la vida de Dios, que ahora se llama “master” en Educación) has hecho cursos de informática y Ofimática, y que además hablas Inglés con total corrección…y que te consideras completamente capaz de trabajar en multitud de puestos, desde secretaria, hasta cajera del Carrefour, del Mercadona…El objetivo es tener un empleo “remunerado”, que vamos, que por lo del contrato mercantil y lo de “pagar” por trabajar no tragas. Y se lo explicas.
Pero él o ella te mira , a veces con empatía, a veces sin ella, y pronuncia la temida frase…”ya, pero es que eres filóloga, para trabajar en todo eso que me dices, deberías tener formación específica para ello”.
Seguramente el o ella no tiene “formación específica” para decir estas cosas, pero cree que si.

Así que en este primer capítulo sobre formación, olvídate de las personas que ves trabajando, lo que les exige ese trabajo, y qué formación tienen, pues seguramente no coincidirá con lo que el mercado laboral te va a exigir a ti. ¿Por qué?...Pues porque ellos están dentro y tu estás fuera. Cruel pero real.