Quizás debería llamarlas lecturas de vacaciones.
Desgraciadamente leo diariamente sólo durante mis periodos de descanso o viajes. Es la época del año en la que una no tiene que hacer practicamente nada más que sumergirse en la literatura, viajar, conocer sitios nuevos o simplemente descansar.
No concibo un viaje sin un buen libro, y todos los buenos libros que recuerdo, suelen estar inevitablemente ligados a algún lugar que no es mi casa.
El Consuelo, de Anna Gavalda, por ejemplo, está ambientado en Francia, sin embargo a mi me recuerda a Roma, porque fue allí donde lo leí.
Mil Soles Espléndidos va unido a una butaca de avión porque fue en un largo viaje donde lo empecé y terminé.
Este verano le llegó el turno a cuatro libros que me han resultado especialmente interesantes, evocadores, envolventes o simplemente emocionantes.
LA LADRONA DE LIBROS de Markus Zusak
Un libro estupendo a mi entender. Bien escrito, original, educativo, emotivo y un montón de cosas más.
Narra la historia de una niña alemana, Liesel Meminger, adoptada por una familia de un pueblo cercano a Munich , en la Alemania nazi.
Liesel arrastra un pasado triste, con la muerte de su hermano pequeño y la desaparición de su madre a sus jóvenes espaldas..
A los 10 años de edad no sabe leer ni escribir y sin embargo serán las palabras y los libros los que le salven la vida, pocos años después.
La historia tiene una narradora del todo original: la propia muerte, que se se muestra como mera observadora del comportamiento humano.
Sublime.
El libro me transporta inevitablemente a una tumbona de piscina en un hotel de playa. Me emocionó sobremanera, me enganchó, aunque no desde el primer momento.
Me dió una versión del nazismo que a veces obviamos. Muy recomendable.
LA CASA DE LOS AMORES IMPOSIBLES de Cristina López Barrio
Este libro me recuerda a los pueblos de Castilla porque está ambientado en uno de ellos ,y porque además lo leí durante un fin de semana rural.
La casa que alquilamos bien podía haber sido "la casona roja" , escenario de esta magnífica historia .
Escrita en uno de mis estilos literarios favoritos, el realismo mágico, narra la vida y milagros de las mujeres Laguna, portadoras de una maldición que las condena a sufrir por amor.
Muy bien escrita. Envolvente, casi embriagadora, una puede llegar a sentir el viento en el jardín de la casona o el olor de las flores.
Hay que leerla.
LO QUE ESCONDE TU NOMBRE de Clara Sánchez
Esta historia me transporta a cualquier pueblo turístico de la costa sur española, y sin embargo lo leí también en una casa rural de un pueblo solitario del interior.
Engancha desde la primera linea y no permite que pierdas el interés hasta la última.
Los personajes, actuales y muy creíbles.
La trama nos lleva al "despertar" de la protagonista, Sandra, a una realidad que todos pretendemos olvidar o que ya ha caducado: la plácida existencia de antiguos criminales nazis, en las costas españolas. Libres, tranquilos, ricos, sin ningún sentimiento de culpa, por muy atroces que hubieran sido sus crímenes.
LOS OJOS AMARILLOS DE LOS COCODRILOS de Katherine Pancol
La última de mis lecturas vacacionales.
Entretenida. Actual.
Enfocada,creo, a lectores de mediana edad, hijos del baby boom. Publico garantizado.
Narra la historia de una cuarentona abandonada por su marido y su resurgir como mujer independiente.
Está bien narrada, aunque peca de excesiva, a mi modo de ver, en cuanto al desarrollo de los acontecimientos.
Pretende ser actual y creíble y sin embargo termina por alejarse bastante de lo estrictamente verosímil. Por este motivo, me decepcionó la conclusión. Demasiado "naive". Quizás esperaba más.
Recomendable, no obstante.
Té verde en polvo
Miel
Aceite de Jojoba
Agua de Rosas
Siguiendo en la linea de recursos antienvejecimiento, consuelo y lucha de cuarentañeras, os propongo una mascarilla antioxidante que he probado y me gusta mucho.
La receta la obtuve del canal de Ecodaisy, una señora estupenda que plantea cosmética y recetas naturales para nuestro día a día.
La he hecho más o menos como ella sugiere, aunque he sustituido el aceite de argán (ella misma propone utilizar, a falta del de argán, cualquier aceite para la piel que se tenga a mano) por aceite de Jojoba (me pareció más apropiado para mi piel grasa).
El té verde en polvo lo compré en Mercadona. Viene en cápsulas (me aseguré de que no llevara ningún ingrediente "extra").
Las cápsulas las abrimos y vertemos el polvo en un recipiente, le añadimos el aceite de jojoba, la miel y el agua de rosas.
Las proporciones yo las hice a ojo, hasta que conseguí la textura adecuada para una mascarilla.
Me la dejé puesta por cara y cuello durante unos 20 o 25 minutos.
Me ha gustado el resultado. Me pareció que mi piel estaba"resplandeciente" al quitármela.
Os la recomiendo.
Pasar de los cuarenta es lo que tiene.
A una se le va poniendo mala cara. Cara de no haber descansado lo suficiente, cara de tener algún problema, cara de haber pasado por alguna situación difícil...
Te despiertas y te sientes como siempre, como te sentías a los 20 o a los 30 .Te diriges al espejo, feliz, confiada. Has dormido bien, todo va sobre ruedas, nada sobre lo que preocuparse seriamente... Sin embargo, la imagen que te devuelve el espejito no es la de la más bella. Es una nueva versión de ti misma: más cansada, más mayor...
Dicen los expertos que a partir de los 35 o 40 años, los signos de envejecimiento se acentúan (no haría falta que lo dijeran los expertos, es algo bastante obvio). Sin embargo una siempre piensa que se va a librar de alguna forma, que "lo de ella" se va a arreglar.
Incluso si has llevado una vida sana, te has alimentado bien, no has tomado el sol en exceso y sobre todo no has fumado, es posible que empieces a notar que la frescura de la juventud se disipa lenta pero insidiosamente: florecen manchitas solares, tono irregular, ojeras... y la pérdida de volumen en los huesos faciales provoca oquedades y sombras que antes no existían. El incremento del ángulo de la mandíbula también nos hace parecer mayores.
Es entonces cuando te dices "caray, tengo que hacer algo para que se me quite esta cara de agotamiento".
Pero ¿podemos hacer algo al respecto?.
En cuanto al cambio fisiológico de nuestra osamenta facial, poco podemos hacer. El maquillaje nos ayudará a iluminar las sombras, a corregir los defectos...
Y mantener la piel en buen estado también es una buena idea. Una piel fea, estropeada, llena de manchas y arrugas nos echará encima unos cuantos años más de los debidos.
Dice la nueva dermatología anti-envejecimiento que la aplicación de vitaminas tópicas, y el uso de los alfabetahidroxiácidos mejoran mucho la apariencia de una piel que empieza a envejecer.
Hay muchas fórmulas cosméticas que nos aportan parte de estos ingredientes antiedad.
Una de ellas son las AMPOLLAS PHOTOAGE de Martiderm.
Contienen un 15% de Vitamina C pura, un 3% de Proteoglicanos (glicoproteínas que mantienen hidratada la matriz celular), vitaminas A, E y F y un complejo antiradicales y reparador celular.
MI EXPERIENCIA
Las he usado en dos ocasiones.
La casa Martiderm aconseja usos distintos dependiendo de la edad. En mi caso, con 43 años, el uso que proponen es de tipo tratamiento-choque dos o tres veces al año.
A mayor edad, mayor regularidad de uso.
Me encantan. Tengo la piel mixta-grasa y no me han provocado granitos ni nada parecido.
Cuando te pones la ampolla, brilla la cara durante un buen rato. Yo la uso bajo la hidratante y la base de maquillaje y aporta hidratación, luminosidad.
A largo plazo tengo la impresión de que mejora la textura de la piel,incluso su firmeza (aunque dicen los expertos que no existe ningún producto reafirmante verdaderamente).
Supuestamente también atenúa las manchas .No sabría qué decir. Quizás sí, un poco, aunque este efecto no ha sido significativo en mí.
Sí que me noto mejor cara tras un mes de uso. Es un producto, que dentro de lo razonable y según mi opinión, si que tiene efecto anti-edad.
La fórmula no contiene parabenos y cada ampolla puede usarse dos días. Se agradece la inclusión , dentro de la caja, de capuchones para cada ampolla y un par de tapones, con lo cual nos facilitan la conservación y posterior utilización del contenido restante de cada ampolla, tras su apertura.
