miércoles, 23 de mayo de 2012

MISTERIOS SIN RESOLVER SOBRE LA ALERGIA ESTACIONAL







Por fin llega la primavera y con ella, los alérgicos al polen comenzamos a sufrir.
Tras años de moqueo estacional, picores de nariz y ojos difíciles de soportar, he llegado a la conclusión de que lo mejor es medicarse sin más o... (y esto no tiene base científica pero juro que a mí me ha ocurrido) amamantar a un bebé.
La lactancia de mis dos hijos coincidió con el  periodo primaveral. Con un  aire cargado de alérgenos de esos malísimos que se dibujan con cara de monstruo y dientes afilados.
En circunstancias normales, sin medicación, hubiera sobrevivido a duras penas, sin  poder respirar con normalidad ,intentando infructuosamente no llegar a la sensación de ahogo,  poniendo instintivamente un pañuelo sobre la boca y nariz a modo de máscara, o dirigiéndome finalmente a un servicio de urgencias.
Pues bien, mientras amamanté a mis hijos no tuve ningún síntoma ni tomé medicación alguna.
La razón de esto es un misterio para mí.
Por supuesto, en años subsiguientes los síntomas regresaron con la misma intensidad que antes.
De todos modos, he decidido que no voy a amamantar a  más bebés con la disculpa de la alergia.
Me medicaré un año más.  Eso sí, habrá que regular la dosis para no volverme narcoléptica en los momentos más inverosímiles.

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